El catarismo, según wikipedia, es la doctrina de loscátaros (oalbigenses), un movimiento religioso de carácter gnóstico que se propagó por Europa Occidental a mediados delsiglo X, y logró arraigar hacia el siglo XII entre los habitantes del Mediodía francés, especialmente en el Languedoc , donde contaba con la protección de algunos señoresf eudales vasallos de la corona
de Aragón.
Con influencias delmaniqueísmo en sus etapas pauliciana y bogomila , el catarismo afirmaba una dualidad creadora (Dios y Satanás) y predicaba la salvación mediante elascetismo y el estricto rechazo del mundo material, percibido por los cátaros como obra demoníaca.
En respuesta, laIglesia católica consideró sus doctrinas heréticas. Tras una tentativa misionera, y frente a su creciente influencia y extensión, la Iglesia terminó por invocar el apoyo de la corona deFrancia, para lograr su erradicación violenta a partir de1209 mediante laCruzada albigense. A finales delsiglo XIII el movimiento, debilitado, entró en la clandestinidad y se extinguió
poco a poco.
Sagrario Galdos, resalta su carácter gnóstico, indicando que predicaban la salvación mediante el trabajo sobre sí mismos, estando de acuerdo con la doctrina enseñada por el Venerable Maestro Samael Aun Weor.
La Inquisición se estableció en 1229 para extirpar totalmente la doctrina. Operando en el sur de Tolosa, Albí, Carcasona y otras ciudades durante todo el siglo XIII y gran parte del XIV, tuvo éxito en la erradicación del movimiento.
Rafael Vargas y Javier Casañ indican que para entender el surgimiento del movimiento cátaro y otros similares y poderlos ubicar en el tiempo y el espacio es necesario analizar la situación de la iglesia institucional en esa época.
En efecto las luchas por el poder terrenal forman parte de la historia de la institución llamada cristiana desde sus mismos orígenes como estructura organizada. El paso del tiempo va acrecentando el poder de Roma, cuyas luchas y diferencias con la sede de Constantinopla culmina a finales del siglo IX con el famoso Cisma de Occidente que dividirá a la iglesia en dos facciones
irreconciliables, por una parte la iglesia latina, encabezada por el Obispo de Roma y por la otra la Iglesia Ortodoxa, encabezada por el Patriarca de Constantinopla.
En medio de esta degeneración y lucha fratricida por el poder, estos grupos gnósticos tratan de volver a los principios del Cristianismo más puro, pues eso es lo que significa la voz “cátaro”: puro.
El Catarismo, dirigido por los bons-hommes, los hombres buenos, propugnaba el regreso a los principios del cristianismo primitivo. No reconocía la autoridad de una estructura eclesial completamente degenerada y recuperaba muchos de
los principios que configuran el Mito Gnóstico, como fundamento de sus planteamientos espirituales y vitales.
En efecto la doctrina cátara afirmaba que el hombre debía experimentar la existencia de un Dios perfecto, eterno, esencia de toda la creación pero independiente de ésta. Y aceptar la existencia de otro principio imperfecto,
sometido a las leyes de esta creación, que ha formado el mundo en que vivimos. Este Dios del mal o Demiurgo, ha involucrado a muchos espíritus celestes y los ha aprisionado en el mundo de las formas. La tierra es pues un lugar de penitencia para los cátaros, del cual hay que aprender a liberarse.
Pero el Dios Supremo, que no olvida a sus hijos, ha enviado para liberarlos al Cristo, para que enseñe el camino que nos independiza de la tiranía de la materia.
Este movimiento y sus principios gnósticos se extendieron por toda Europa, comenzando en el siglo XII y continuando con su influencia más allá del siglo XVI, aunque como movimiento organizado e importante, protegido y financiado por los grandes señores del área, tuviera su horripilante epílogo con la matanza acaecida en el castillo de Monsegur en el año 1244.
Son casi dos siglos de catarismo activo que presentan un nuevo planteamiento de la vida en el cual señores y vasallos comparten los mismos principios, se reclama la igualdad del hombre y la mujer, el derecho a la libre elección religiosa, el restablecimiento de la autoridad espiritual en aquellos que se han desarrollado íntimamente para poder detentarla, abolición de los juramentos y
regreso a los postulados de sencillez, fraternidad y profundidad del comienzo del cristianismo.
Para otros autores los cataros o albiguenses eran dualistas;, herederos de las doctrinas que siglos antes habían surgido en Persia, primero de la mano de Zoroastro y más tarde de Manes, fundador de una corriente religiosa que adoptó su nombre, los maniqueos, y que durante varios siglos habría de traer en jaque a la iglesia de Roma.
La historia nos muestra a unos hombres y mujeres cuyo mayor delito fue el de ser precursores de unas ideas que para su época eran claramente revolucionarias: La proclamación de que todos los hombres son libres; propugnar que los hombres y mujeres, sin diferencia de sexos, son iguales ante Dios y tienen los mismos derechos; la negación del poder de la Iglesia sobre
los hombres y la libertad de conciencias, etc.
Sin embargo, los Cátaros fueron mucho más que eso. Constituyeron una auténtica escuela de gnosticismo y se les puede considerar con todo mérito depositarios de la Tradición Primordial que, unas veces a plena luz, y otras en el secreto de recónditos santuarios, ha sido custodiada hasta nuestros días por hombres y mujeres, a menudo anónimos, que no dudaron en defender, incluso con su sangre, esa Sabiduría que es la Herencia Sagrada de todo el género humano y que cuando haya sido debidamente asimilada por todos los hombres, hará que se manifieste la Aurora Dorada con la que sueña la humanidad.
La clave de su comportamiento ejemplar hay que buscarla precisamente en su concepto dualista del Universo. Para los cataros, Cristo, al que nunca otorgaron una naturaleza humana sino únicamente espiritual y divina, tiene dentro del esquema de la Creación, el mismo poder que Satán. El hombre, como ser dual, está gobernado por ambos. Su alma pertenece al reino de lo divino; su cuerpo al reino de lo material, feudo de Satán. La diferencia entre su concepto del Bien y del Mal y el de las corrientes dualistas anteriores está, como vamos a ver a continuación, en la solución final. Para los cataros, el Mal, aunque con entidad propia, es algo que puede ser combatido, o mejor dicho, sustituido, poniendo en su lugar al Bien. Y esta sustitución, esta transformación alquímica, sólo puede alcanzarse por una única vía: el Amor. El Mal existe, no puede ser negado, puesto que se encuentra por doquier alrededor nuestro. Por tanto, es necesario hacer un esfuerzo serio y sincero para dominarlo y transformarlo en Bien.
Desde mayo de 1243 hasta marzo de 1244, la ciudadela cátara de Montsegur fue asediada por las tropas del senescal de Carcasona y del arzobispo de Narbona. El 16 de marzo de 1244 tuvo lugar un acto, en donde los líderes cátaros, así como más de doscientos seguidores, fueron arrojados a una enorme hoguera en elprat dels cremats (prado de los quemados) junto al
pie del castillo. Más aún, el Papa (mediante el Concilio de Narbona en 1235 y la bulaAd extirpanda en 1252) decretó severos castigos contra todos los laicos sospechosos de simpatía con los cátaros.
Perseguidos por la Inquisición y abandonados por los nobles, los cátaros se hicieron más y más escasos, escondiéndose en los bosques y montañas, y reuniéndose sólo a escondidas…
Repitiéndose la misma historia de los primeros cristianos que fueron perseguidos y matados por sus creencias…, escondiéndose en las catacumbas para poder recibir su doctrina…




Deja una respuesta